miércoles, 27 de agosto de 2014

NUNCA ESTAMOS SOLOS…DIOS NUESTRO REFUGIO Y FORTALEZA.


AUNQUE TIEMBLE LA TIERRA, CON NOSOTROS ESTA DIOS, NUNCA SOLOS…
Escuche una bella canción, recordé y supe que NUNCA SOLA ESTUVE YO, SIEMPRE SU MANO ME PROTEGIO….  Mi madre siempre nos refería de niños, las historias y momentos acaecidos en los Terremotos con epicentro en Lima, aunque ella no había pasado por ninguno, fueron dos los que, principalmente, le habían dejado honda huella en su mente. Nos contó que el que causó más daño fue el del 28 de octubre de 1746 a las 10.30 pm, de magnitud 9,  que destruyó Lima, duró 4 minutos y luego vino un maremoto que destruyó el Puerto del Callao.  Principalmente nos contaba el que ocurrió el 24 de mayo de 1940 y de las vivencias de sus padres y tíos, que ocurrió a las 11.30 am. y fue de 8.2 de magnitud,  muy terrible.  Nosotros éramos muy  niños, y por ese entonces éramos 6 hermanos donde el mayor apenas tenía 10 años, y la última 1 año. Nosotros escuchábamos el relato, unos atentos y otros jugando, cada uno asimilando dentro de su óptica de niño o infante, con un contexto fantasioso, de ataques de monstruos y de héroes defensores y protectores.













Era la tarde el 17 de Octubre de 1966, y como cualquier día cotidiano mis hermanos se encontraban jugando en casa, porque estudiábamos en el turno de la mañana, y los otros eran aún muy pequeños. Vivíamos en un departamento en el tercer piso y la salida era por una escalera.  Mamá me envió a comprar el pan como todas las tardes para el lonche, y la Panadería estaba en la esquina de la casa.  En ese entonces, tenía 8 años, y papá estaba fuera trabajando. Cuando ya me daban el pan y estaba pagando, comenzó un ruido extraño profundo, escuchamos que los perros ladraban y empiezan a  moverse los estantes de los productos, no entendía lo que pasaba, sólo veía que las cosas se caían violentamente, y los vidrios se reventaban, las personas que estaban junto a mí comenzaron a gritar ¡temblor…! Y cuando el movimiento sísmico se mostró con más fuerza se desesperaron y salieron gritando ¡terremoto! Yo no sabía qué hacer, estaba paralizada, de pronto una señora me cogió de la mano y me sacó justo cuando las persianas de la tienda estaban cayendo, nos pusimos al medio de la pista, me hizo arrodillar junto a ella y me dijo, “REZA , HIJA, REZA PORQUE DIOS NOS ESTA CASTIGANDO”…no entendía por qué, si yo no había dicho ni hecho nada malo, pero sólo empecé a rezar, y mientras lo hacía miraba a mi alrededor y veía más gente rezando, otras llorando pidiendo PERDON, ví los carros que buscaban detenerse en la pista, pero el movimiento de las calles se lo impedían, y yo estaba en medio de la pista, sin moverme, rezando, al frente estaba un colegio de infantes, ví que los profesores cerraban las puertas para que los niños no salgan corriendo y por otro lado venían los padres y tocaban desesperados, todo era confusión, miedo, terror… Cerré los ojos y le pedía a mi Señor, que no nos castigue, ni castigue a mis padres, ni a mis hermanos.. y seguía rezando, y ahora estoy segura, que Dios estaba conmigo protegiéndome,  hasta que pasó el terremoto. La señora me dijo “anda niña a tu casa”, y sin saber qué hacer, voltee la vista a la Panadería, y ví que los estantes estaban en el suelo y con mi bolsa de pan regrese a casa corriendo, cuando llegué encontré en la entrada de la Quinta a mi mami y a mis hermanos. Mi hermano mayor me contó que cuando se inició el  movimiento, mi mamá muy asustada cogió en brazos a la pequeña y de la mano llevaba a mi hermana, y los demás le seguían pero uno de mis hermanos pequeños corrió a esconderse dentro del ropero porque pensaba que era un monstruo que les atacaba y tuvieron que regresar para sacarlo. Bajaron por las escaleras, mi hermano se puso por delante, cuidándoles, para impedir que caigan por que las escaleras se movían de un lado para otro, y sólo pudieron llegar al 2do.piso, ahí quedaron abrazados a mamá, orando y PROTEGIDOS POR NUESTRO SEÑOR. A DIOS GRACIAS, el sismo terminó. Luego pasaron muchas horas de zozobra y miedo por las innumerables réplicas. Este terremoto fue con epicentro en Lima, a las 4.41 pm , de magnitud 8,2 Mw y luego hubo un maremoto en el Callao. Fue el terremoto más destructor que sacudió Lima desde el ocurrido en el año 1940. Fue el primer terremoto que vivimos en familia y cuyo recuerdo marcó segundos de desconcierto, inacción y los actos respondían a las características psicológicas de la edad, y en otros, de historias de vidas de eventos pasados. Pero aferrarnos a la oración como que me aisló del horror y me dió la protección que a mi edad me era necesaria y a mis hermanos el sentido de unidad de familia prevaleció y les fortaleció.





 




Habían pasado 4 años de esta experiencia, y una nueva circunstancia  alteró dramáticamente nuestro sentido del tiempo, en que cada segundo intensificó nuestras vidas y conjugó en un instante un fuerte evento geológico con vivencias humanas solidificando el amor de hermanos: un terremoto en Huaraz de una magnitud de 7.9 y que duró 45 segundos, y que ocasionara un gigantesco aluvión que desapareció por completo muchos poblados, muchos muertos y heridos y que se sintió muy fuerte en Lima.  Era un domingo, 31 de Mayo de 1970, a las 3.25 pm y estaba con mi hermano mayor en casa de nuestra Tía y primo, que vivía en el 6to.piso de un edificio. Habíamos terminado de almorzar y estaba llevando los platos, cuando se  inició el sismo, aún manteníamos muy fresco lo acontecido pocos años atrás.  Ví por la ventana de la cocina que los vidrios de los demás pisos vibraban como papeles a punto de estallar, se caían las macetas, y mi impulso fue dejar los platos y salir corriendo, no pude avanzar más porque la escalera se movía de un lado a otro, ya otras personas se habían caído, y me quede aterrada, cuando en eso siento que mi hermano me abraza muy fuerte, me sostiene, y dice “estoy contigo, ya va a pasar”, y abrazados los dos, vimos a mi tía que luchaba con mi primo para salir, que se había cogido de la puerta y no quería salir, los muebles del comedor, la refrigeradora, y demás cosas se movían en conjunto de un lado para otro, el edificio entero se ladeaba  de extremo a extremo, y se escuchaban estrellarse los vidrios, y gritos, lamentos, y mucha oración, ¡¡aplaca tu ira SEÑOR!!! se escuchaba por doquier, y con mi hermano, abrazados fuertemente, orábamos bajito, en medio de ese ruido, los dos juntos, nos sentimos protegidos por Nuestro Señor. Ya había terminado, las sirenas empezaron a sonar, y aún seguía moviéndose el edificio, cuando vimos  subir corriendo por las escaleras a unos bomberos preguntando si estábamos bien, si había heridos, y que comenzáramos a evacuar.  Mi tía cogió su cartera y salimos.  Afuera era tremendo, vidrios rotos, pedazos de pared, la pista se había agrietado, la gente lloraba, corría, ambulancia tratando de pasar, y nosotros en una farmacia comprando agua de azahar, para calmar los nervios, regresamos a casa, y mi papá fue a recogernos, mamá y mis hermanos todos estaban bien.  Luego de ello, han ocurrido muchos sismos de diversas magnitudes, y uno siguiente, muy fuerte con epicentro en Lima el 03.10.1974 a las  9.21 de la mañana con una intensidad de 8.1 Mw  a pesar que duró cerca de  2 minutos, no hubieron la cantidad de víctimas como el anterior, y ya estábamos más preparados para evacuar.  Desde esa fecha no ha vuelto a ocurrir un sismo en Lima y eso es motivo de una gran preocupación, por lo que se intensifican las campañas de prevención. Esto nos dejó una gran lección:
“AL MIRAR HOY HACIA ATRÁS Y MI VIDA REPASAR, DE UNA COSA PUEDO ESTAR BIEN SEGURO NUNCA SOLO ESTUVE YO.  SIEMPRE SU AMOR ME ACOMPAÑÓ, SIEMPRE SU MANO ME PROTEGIÓ”
 
CIERTO ES:
Dios creó todo el universo y las leyes de la naturaleza. La mayoría de los desastres naturales son el resultado de estas leyes en acción. Los huracanes, tifones y tornados son el resultado de la colisión de diferentes patrones climáticos. Los terremotos son el resultado de desplazamientos de las placas en la estructura de la corteza terrestre. Un tsunami es causado por un terremoto submarino.  Estos traumáticos y aterradores eventos que pueden ocurrir en la vida afectan a todos, especialmente a los niños, que generalmente no llegan a entender lo que está sucediendo y se sienten confundidos, angustiados y asustados.  La vulnerabilidad de los habitantes, puede ser evaluada a partir del grado de conocimiento o educación que cada persona ha recibido sobre los desastres a los cuáles está expuesto, su potencial y cómo prepararse para afrontarlos. En muchos países esta tarea se está realizando, pero aún falta intensificarla (programas, simulacros, etc.) a fin de reducir el nivel de vulnerabilidad de los individuos que integran la población, y para ello es vital que todos seamos conscientes de los peligros a los cuales estamos expuestos y valoremos nuestra propia existencia. Nuestro Papa Francisco recordó a "todos los que sufren los daños y problemas" causados por eventos y aseguró que "la naturaleza nos reta a ser solidarios y atentos a la salvaguarda de lo que ha sido creado".  Del mismo modo, urgió a los fieles a "prevenir cuando es posible las consecuencias más graves" de estas calamidades.
 
Los desastres naturales traen un mensaje claro: Resaltan nuestros valores, desafían nuestra fe y revelan quienes somos realmente. Debemos guiarnos a la luz de nuestra Fé, y actuar bajo nuestros principios cristianos. Es bueno reconocer y validar lo que los niños piensan y sienten, y actúan dentro la lógica de su edad, y es bueno que sepan que muchas personas están ayudando a quienes fueron afectados por el terremoto, que hay solidaridad y ayuda. Todos hemos visto ejemplos de personas que han cambiado a mejor gracias a la forma en la que han respondido en circunstancias terribles: bomberos que arriesgan sus vidas por la de los demás, familias que dejan a un lado sus diferencias y se mantienen unidas en épocas de crisis, gente que aprende a valorar la oración por encima de las cosas materiales que han perdido en el desastre natural. En medio del sufrimiento del mundo, hay una gran oportunidad de acudir a Cristo y de esperar una felicidad eterna con Él. 
Cuando niños preguntábamos porque Dios permitía los terremotos, y las personas mayores nos decían que era un castigo divino pero si fuera su voluntad, no habrían. Ya cuando fuímos creciendo, y con la ayuda de nuestros catequistas, algunos conceptos quedaron muy bien definidos: DIOS ES BUENO Y NOS AMA. DIOS ES EL CREADOR DE TODO, Y POR TANTO TIENE PODER SOBRE TODO. LOS DESASTRES NATURALES NO SON CASTIGOS DE DIOS, SON EVENTOS GEOLOGICOS, que corresponden a la vida del planeta. Y lo más importante, QUE NO ESTAMOS SOLOS, SIEMPRE DIOS NOS ACOMPAÑA, NOS PROTEGE, y si lo dispone NOS LLEVARA PARA SER MAS FELIZ A SU LADO.  Hay muchos milagros asombrosos, que ocurren durante el proceso de desastres naturales –evitando una mayor pérdida de vidas. Los desastres naturales causan que millones de personas reevalúen sus prioridades en la vida, De lo frágil  e incierta que es la vida, de la necesidad de arrepentirnos y reconciliarnos y nos dirigimos a Dios con una oración más confiada.  Las personas tenemos la oportunidad de ayudar, colaborar, aconsejar, orar – y guiar a la gente a la fe salvadora en Cristo. “También sabemos que Dios dispone todas las cosas para bien de los que lo aman, a quienes él ha escogido y llamado”. Romanos 8,28.  Dios no nos manda sufrimiento, ni la muerte pero si lo permite para que nosotros haciendo obra de su voluntad y con amor ayudemos a quienes nos necesitan, nos hagamos más humanos, nos acerquemos más a él. Lo que debemos es estar preparados para enfrentar ese momento, sea para brindar nuestra solidaridad, sea para recibir a Dios, y para ello deberíamos VIVIR CADA DIA COMO SI FUERA EL ÚLTIMO (actuando bien y no pecando), y para ello se debe CUMPLIR cada día con sencillez y AMOR, la VOLUNTAD DE DIOS aprovechando bien los dones que el Señor nos ha dado, trabajar y cumplir la misión de vida que nos ha encomendado. Y esencialmente pedir la protección de MAMAMARIA.
 






"Dios es nuestro refugio y fortaleza, un socorro oportuno en nuestra angustia. Por eso, si hay temblor, no temeremos, o si al fondo del mar caen los montes; aunque sus aguas hiervan y se agiten y los montes, a su ímpetu, retiemblen.  El Señor está con nosotros, es nuestro baluarte el Dios de Jacob.” Salmo 46: 2-4















 

 
 

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