Viendo fotos de la Comunión de mis Hijos, se me vinieron a la
mente, imágenes de mi primera
comunión, un tiempo
pasado, un tiempo que yo casi siempre quiero recordar no sé si porque fue mejor
o peor, pero esencialmente porque existió formando parte de mi vida. Aquellos
tiempos eran distintos a los de ahora. Tiempos difíciles y economías familiares
que no dejaban lugar para gastos “especiales”, como muy bien podría ser la
celebración de la primera comunión de un hijo. Durante un año me estuve preparando para ese gran día…EL DIA DE MI
ENCUENTRO PERSONAL CON MI JESUS. Durante la semana, en el horario de clases del
Curso de Religión, venían catequistas, y en algunas ocasiones el Sacerdote que
iba a oficiar la Ceremonia. Mi hermano también se estaba preparando, pero él lo
hacía en su colegio de varones. Durante
el tiempo de preparación para la Primera Comunión habían reuniones con los
papás de los comulgantes sobre el significado de la Eucaristía y su situación
respecto a la vida de la comunidad, los propios padres debían presentar a sus
hijos a la Mesa del Señor, siempre y cuando ellos comulguen ese día con sus
hijos. Mi mamá me acompañaba en las reuniones.
El día anterior a
la ceremonia me prepare con unas lecturas que nos dieron con anticipación, y
efectué junto con mis compañeras mi primera Confesión. Me sentía sumamente emocionada, tanto que a
mis 8 años recién cumplidos me dormí temprano y no percibí el ambiente de
preocupación que reinaba en mis padres.
Y era que papá estaba preocupado por que le habían fallado en pagarle
trabajos pendientes, y por ello, ese día previo a la ceremonia, no contaban con
los recursos económicos para poder adquirir el vestido adecuado para la
ceremonia, y mucho menos los implementes correspondientes…Ahora lo entiendo,
porque después mis padres me contaron todo lo acontecido antes y durante este
recordado día. Mamá como siempre era su
apoyo y la que le brindaba la serenidad para enfrentar estas situaciones, y le
aconsejo que se acostara para al día siguiente
a primera hora conseguir lo necesario.
Así fue, yo aún dormía, pero papá salió a efectuar nuevos trabajos, y lo
hizo tan rápido que lograron pagarle pero antes, le alcanzaron algo de lo que
le debían, así que papá llegó a casa corriendo y le dio a mi mamá y le dijo. “VÉ,
QUE PUEDES HACER”..Y MAMA SALIO INMEDIATAMENTE.
Cuando al rato regresa, traía un paquete, era un bonito vestido blanco, sencillo
con bonitos encajes, para mí, ¡EL MAS BELLO!
lo dejó en la cama, me despertó y me lo probó…¡está perfecto!…Luego me
contaría que, cuando estaba saliendo se encontró con su amiga vecina que el día
anterior había alquilado ese vestido para su niña que hizo su ceremonia el día
anterior y antes de devolverlo , se lo prestó a mi mamá… en el camino, me
compro un Misal, mi primer rosario, una vela con blonda, y una hermosa
Azucena. El vestido tenía un cinturón
que sujetaba una bolsita muy bonita para poner las estampas… En mi caso, no
tenía, porque no se habían preparado, entonces mi mami me dijo, que ahí
coloque caramelos , y sacó una bolsita
con muchos de ellos, y me dijo que cada vez que me regalen una estampita la
guarde ahí, y que yo en agradecimiento les regale caramelos…Y me gustó tanto la
idea, que feliz guarde los caramelos en
esta bolsita…Mi papá limpio mis zapatos muy
bien, mi mami me puso en la cabeza un listón con flores blancas
pequeñas, y salimos con mi hermano
porque ese día él también iba a realizar su ceremonia con su pantalón azul y su camisa blanca. Yo
estaba muy feliz, y en el camino, muchas amigas de mi mamá la saludaban y ví a
mi mami muy feliz… Llegamos bien a la hora, y compartimos la ceremonia. Mi mamá fue mi madrina, y comulgo junto
conmigo ese bello día. Hubo una misa
solemne, muy especial. Primero renovamos nuestros votos bautismales, y una
ceremonia dedicada exclusivamente para nosotras que recibiríamos
a Jesucristo por primera vez. La comunión fue el momento culminante
de la ceremonia, ahí el sacerdote se nos acercó y pronuncia las palabras «El
Cuerpo y la Sangre de Cristo» a lo que respondí “Amén”. En ese momento además
de recibir a Jesús, nos unimos con alegría y amor a toda la Iglesia, a todos
los cristianos. Después de la comunión, en silencio,
agradecí a Jesús, todo lo que me ha dado: la vida, la fé, mi familia, el
precioso don de la Eucaristía; pidiéndole perdón por todas las ocasiones en que
no me comporte bien y pidiéndole que me
ayude a ser cada día mejor. Cuando termino la
ceremonia, me regalaron muchas estampitas, y yo repartí muchos caramelos. Sin embargo
dentro de la sencillez, el ambiente se impregnaba de una radiante felicidad y
tanto los niños, como los
que nos acompañaban
disfrutábamos de una paz
y una alegría que había deparado la venida del Niño Jesús al puro e inocente
corazón del niño. Al salir, mamá
nos llevó a un estudio fotográfico para que nos tomaran fotos, recuerdo que
estaba sentada en un sillón rojo, y con muchas flores blancas a mi alrededor, y
había un cuadro grande del corazón de Jesús, y yo miraba el cuadro, mis manos
juntas, rodeadas por mi rosario y me sentí nuevamente muy dichosa.. Esa foto no
se pudo recoger en la fecha prevista, y en el tiempo, lamentablemente ya no la
encontraron…por ello no hay registros de fotos de ese momento, pero mantengo un
registro emocional muy marcado de esos momentos muy guardados en mi corazón. Luego de ello, no hubo fiesta ni torta ni
regalos en casa, pero si papá nos trajo unos pastelitos que mamá nos sirvió con
leche… Fue la mejor celebración… para nosotros, ese día de nuestra primera
comunión, fue un día muy especial y enormemente deseado pues recibimos en
nuestros corazón por vez primera al Niño Jesús. Y esto, sencillamente, era
suficiente para que la alegría invadiera nuestras vidas.
CIERTO ES :
La Primera Comunión de nuestros
hijos puede aprovecharse también como un puente que nos lleve a nuestra
propia niñez, es buena ocasión para saborear nuestro primer encuentro
espiritual con Dios Padre, y renovar nuestra Fe, como testimonio para nuestros hijos.
El valor de la PRIMERA COMUNION, es el mismo para la segunda, tercera, y las
sucesivas porque más allá de la natural ilusión por lo novedoso, tenemos que
transmitirles que es tan importante la primera
como las que siguen, porque en ellas recibimos la fuerza contínua para
seguir creciendo en FE, ESPERANZA, CARIDAD y demás dones espirituales que nos
ayudaran a ser el HIJO SOÑADO DE DIOS.
Nuestro Papa
Francisco en un diálogo con los niños que recibirían su Primera Comunión, dijo que
“Jesús camina con nosotros, nos ayuda, nos guía. Y también Jesús nos da la
fuerza para caminar. Nos sostiene en las dificultades, camina con nosotros en la vida y Jesús viene
a nuestro corazón. Caer en la trampa del consumismo o hacer de la Primera
Comunión un acto social, por
encima de todo, sería confundir al niño,
hacerle dudar de para qué se ha estado preparando durante todo ese tiempo. “¡Ay de quien
escandalizare a uno de estos pequeños...!” es una dura observación de Jesús que
denuncia una cultura consumista que roba artificialmente al niño su inocencia que
por medios sugestivos y de forma continua y agresiva arrojan al niño a una
apertura de valores exteriores superfluos, disminuyendo o en muchos casos
anulando en gran manera el valor espiritual de la ceremonia. Hacer fiesta sí, porque el
acontecimiento lo requiere y la
alegría se comparte con los más allegados; pero nunca de tal forma que
ahogue el verdadero motivo de la misma: que
Jesús, el amigo que nunca falla, viene por primera vez a su corazón. Y JESUS desea tener una relación personal con
cada uno de los más pequeños. Las Primeras Comuniones de nuestros niños nos
recuerdan el ideal evangélico de hacernos como niños, con toda su sencillez y
pureza, en el seguimiento de Cristo. En algunos casos, la soberbia del adulto
es un obstáculo mucho mayor que la inmadurez del niño. Los niños, son signo de
Dios, y el camino del que Dios se está sirviendo para que muchos adultos puedan
descubrir el don de la
Eucaristía, y con ello,” Encontrarnos con Jesús”.
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