miércoles, 30 de julio de 2014

HOY HE VUELTO A RECORDAR A MAMA…A MI GENO...



" ERES UNICA, MI GENO, MI MAMI.. POR SIEMPRE EN MI CORAZON"...








Revisando papeles, encontré una hoja casi amarilla, en ella estaba un escrito  con fecha Octubre 1984... Hace más de 30 años…e inmediatamente recordé una tarde en  mi antiguo centro de trabajo, que con motivo del DIA DE LA MADRE, preparamos un homenaje a las madres trabajadoras, esposas y a nuestras propias mamás.  Hubo una misa y luego una ceremonia. En aquella oportunidad  asistió mi mamá, me costó convencerla porque no le gustaba mucho salir de casa, y siempre estaba ocupada haciendo una y mil cosas…así que tuve que ir a recogerla y me la traje en un taxi…  Todos comulgamos esa tarde, y la felicidad embargaba los ambientes laborales… y en la ceremonia me encargaron  agradecer el homenaje a nombre de las madres trabajadoras.  Fue una tarde especial, ya estaba casada, tenía a mi hijo mayor muy pequeño y estaba esperando a mi segundo hijo.  Ese día agradecí a DIOS por la bendición de ser mamá, por tener a mi GENO  como mi MADRE, una mujer llena de dulzura, amorosa, alegre, cariñosa, amable, y siempre dispuesta a ayudar a todos, esposa ejemplar, madre justa, buena , linda,  maravillosa, especial, sencilla, insegura en algunas cosas, segura en otras, de poco hablar, de saber escuchar, no hablaba mal de nadie, inspiraba confianza,  limpia de corazón, estaba cerca a Dios, siempre sonreía,  no mentía, sabía guardar confidencias, le gustaba el chifa y el pollo a la brasa, tierna,  compañera fiel,  tuve el privilegio de ser su hija y estar a su lado hasta el final sin saberlo.  Se nos fue a los 46 años de edad, yo la goce sólo 26 años... Han pasado 30 años  de su partida,  la congoja está superada, pero el corazón mantiene intacto el calor de su amor  y  la memoria  activa los recuerdos de su imagen y las enseñanzas que marcaron en nuestras vidas y que forjaron mis cimientos con los cuales construyo mi hogar.  Hoy la memoria ordenó a mi corazón encender  el calor de su recuerdo a merced de un hoja amarilla, en donde contiene un escrito que me hicieron llegar al fallecer  mi mamá y que sin saberlo abriría los sentidos recuerdos de su amor…GRACIAS GENO, POR ENSEÑARSE A SER MEJOR MAMA, ESPOSA, AMIGA Y COMPAÑERA, GRACIAS  A ESTE QUERIDO AMIGO que en la Gloria de Dios Padre está, y  que  me lego un recuerdo invalorable y que ahora les comparto con el solo deseo de enmarcar un recuerdo a la madre. GRACIAS DIOS MIO, POR LA SEMILLA QUE DEJO EN MI, MIS PADRES GENO Y HUGO, Y QUE HAN DADO LUGAR AL FLORECIMIENTO DE MI VIDA…    

REQUIEM  PARA UNA MADRE QUE SE FUE Y QUE ERA UN POCO MADRE NUESTRA: DOÑA GENOVEVA PAREDES DE VILLASANTE.
Por Angel  Sandoval  Espinoza
La congoja de nuestra compañera de labores en BANCOOP,  es ahora nuestra.  ¡Quién iba a pensar o presagiar que la última vez que la vimos habría de ser la definitiva!
Lo ignoto de este mundo esconde entre sus sombras los secretos de la vida y de la muerte.   Porque aquel  Día de la Madre de 1984 fue para nuestra Institución, en medio de su franciscana prevalencia, un día de  recogimiento con Dios, de reconciliación y reconocimientos para  con las Madres  y de alegría general con el espíritu de lucha  para reconquistar nuestro sitio  en la empresa.   Hubo misa en nuestro segundo hogar y todos comulgamos de una Hostia  con el Señor para estar con nuestras Madres, junto con las que algunas vez partieron  y cerca de las que seguían acompañando  a los hijos queridos  en este valle de alegrías y de lágrimas, porque así está hecho el mundo.
Y fue precisamente, aquel  13 de Mayo de 1984 en que vimos a nuestra compañera  frente a todos nosotros, con su expresiva voz sobrecargada de modulaciones,  con su verbo preciso y amoroso lleno de significaciones, poblando nuestras mentes de recónditas imágenes y  nublando  nuestros ojos  con húmedos recuerdos del ayer, del hoy y del futuro.
Era ella que hablaba por todas las madres de nuestra Institución agradeciendo el homenaje recibido ostentando en su amoroso pecho su flor roja por su Genoveva presente.  Era ella, que agradecía  a la vida con palabras que extraía de su ser cual doloroso parto  como obsequio a cada uno de los presentes.   Era ella, mujer, madre ella misma, hija también, ganándole a sus propias emociones el honor de rendir un homenaje que ciertamente no logramos con sólo las palabras, sino con el acopio paciente de cada día de hechos amorosos que sólo Dios sabe inspirar.
Todos veíamos su inmensa felicidad por tenerla cerca, a su lado, acompañándola y aconsejándola en su paso por la vida.  Lo que no sabíamos es que Doña Genoveva rendiría culto a Dios, despidiéndose de sus seres más queridos en un mes de Octubre, para acompañar  al Señor de Los Milagros en su procesión al infinito.  Así lo quizo ella probablemente; así lo dispuso el Hacedor.  Y aquellos ojos verdes que siempre nos parecieron como dos lagunas cristalinas de nuestras serranías, se empañaron primero, se nublaron después y finalmente enjugaron su legítimo llanto, para enfrentar el día siguiente de su más grande dolor.
Desde esta columna del tiempo, enviamos esta nota humana para nuestra hermana en el dolor:  por su congoja superada, por su valor frente a la vida junto a los suyos, por el fruto de su vientre que alumbrará su porvenir; por su fé en Dios, porque Él ha dispuesto que vuelva a sonreír como seguramente lo quiere Doña Genoveva que en paz descansa  y de Dios goza. Amen.
OCTUBRE 1984.







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