" ERES UNICA, MI GENO, MI MAMI.. POR SIEMPRE EN MI CORAZON"...
Revisando
papeles, encontré una hoja casi amarilla, en ella estaba un escrito con fecha Octubre 1984... Hace más de 30
años…e inmediatamente recordé una tarde en
mi antiguo centro de trabajo, que con motivo del DIA DE LA MADRE,
preparamos un homenaje a las madres trabajadoras, esposas y a nuestras propias
mamás. Hubo una misa y luego una
ceremonia. En aquella oportunidad
asistió mi mamá, me costó convencerla porque no le gustaba mucho salir
de casa, y siempre estaba ocupada haciendo una y mil cosas…así que tuve que ir
a recogerla y me la traje en un taxi…
Todos comulgamos esa tarde, y la felicidad embargaba los ambientes
laborales… y en la ceremonia me encargaron agradecer el homenaje a nombre de las madres
trabajadoras. Fue una tarde especial, ya
estaba casada, tenía a mi hijo mayor muy pequeño y estaba esperando a mi
segundo hijo. Ese día agradecí a DIOS
por la bendición de ser mamá, por tener a mi GENO como mi MADRE, una mujer llena de dulzura,
amorosa, alegre, cariñosa, amable, y siempre dispuesta a ayudar a todos, esposa
ejemplar, madre justa, buena , linda, maravillosa,
especial, sencilla, insegura en algunas cosas, segura en otras, de poco hablar,
de saber escuchar, no hablaba mal de nadie, inspiraba confianza, limpia de corazón, estaba cerca a Dios, siempre
sonreía, no mentía, sabía guardar
confidencias, le gustaba el chifa y el pollo a la brasa, tierna, compañera fiel, tuve el privilegio de ser su hija y estar a su
lado hasta el final sin saberlo. Se nos
fue a los 46 años de edad, yo la goce sólo 26 años... Han pasado 30 años de su partida, la congoja está superada, pero el corazón
mantiene intacto el calor de su amor
y la memoria activa los recuerdos de su imagen y las
enseñanzas que marcaron en nuestras vidas y que forjaron mis cimientos con los
cuales construyo mi hogar. Hoy la
memoria ordenó a mi corazón encender el
calor de su recuerdo a merced de un hoja amarilla, en donde contiene un escrito
que me hicieron llegar al fallecer mi
mamá y que sin saberlo abriría los sentidos recuerdos de su amor…GRACIAS GENO,
POR ENSEÑARSE A SER MEJOR MAMA, ESPOSA, AMIGA Y COMPAÑERA, GRACIAS A ESTE QUERIDO AMIGO que en la Gloria de Dios
Padre está, y que me lego un recuerdo invalorable y que ahora
les comparto con el solo deseo de enmarcar un recuerdo a la madre. GRACIAS DIOS
MIO, POR LA SEMILLA QUE DEJO EN MI, MIS PADRES GENO Y HUGO, Y QUE HAN DADO
LUGAR AL FLORECIMIENTO DE MI VIDA…
REQUIEM PARA UNA MADRE QUE SE FUE Y QUE ERA UN POCO
MADRE NUESTRA: DOÑA GENOVEVA PAREDES DE VILLASANTE.
Por
Angel Sandoval Espinoza
La congoja
de nuestra compañera de labores en BANCOOP,
es ahora nuestra. ¡Quién iba a
pensar o presagiar que la última vez que la vimos habría de ser la definitiva!
Lo ignoto de
este mundo esconde entre sus sombras los secretos de la vida y de la
muerte. Porque aquel Día de la Madre de 1984 fue para nuestra
Institución, en medio de su franciscana prevalencia, un día de recogimiento con Dios, de reconciliación y
reconocimientos para con las Madres y de alegría general con el espíritu de
lucha para reconquistar nuestro
sitio en la empresa. Hubo misa en nuestro segundo hogar y todos
comulgamos de una Hostia con el Señor
para estar con nuestras Madres, junto con las que algunas vez partieron y cerca de las que seguían acompañando a los hijos queridos en este valle de alegrías y de lágrimas,
porque así está hecho el mundo.
Y fue precisamente,
aquel 13 de Mayo de 1984 en que vimos a
nuestra compañera frente a todos
nosotros, con su expresiva voz sobrecargada de modulaciones, con su verbo preciso y amoroso lleno de
significaciones, poblando nuestras mentes de recónditas imágenes y nublando
nuestros ojos con húmedos
recuerdos del ayer, del hoy y del futuro.
Era ella que
hablaba por todas las madres de nuestra Institución agradeciendo el homenaje
recibido ostentando en su amoroso pecho su flor roja por su Genoveva
presente. Era ella, que agradecía a la vida con palabras que extraía de su ser
cual doloroso parto como obsequio a cada
uno de los presentes. Era ella, mujer,
madre ella misma, hija también, ganándole a sus propias emociones el honor de
rendir un homenaje que ciertamente no logramos con sólo las palabras, sino con
el acopio paciente de cada día de hechos amorosos que sólo Dios sabe inspirar.
Todos
veíamos su inmensa felicidad por tenerla cerca, a su lado, acompañándola y
aconsejándola en su paso por la vida. Lo
que no sabíamos es que Doña Genoveva rendiría culto a Dios, despidiéndose de
sus seres más queridos en un mes de Octubre, para acompañar al Señor de Los Milagros en su procesión al
infinito. Así lo quizo ella
probablemente; así lo dispuso el Hacedor.
Y aquellos ojos verdes que siempre nos parecieron como dos lagunas cristalinas
de nuestras serranías, se empañaron primero, se nublaron después y finalmente
enjugaron su legítimo llanto, para enfrentar el día siguiente de su más grande
dolor.
Desde esta
columna del tiempo, enviamos esta nota humana para nuestra hermana en el
dolor: por su congoja superada, por su
valor frente a la vida junto a los suyos, por el fruto de su vientre que
alumbrará su porvenir; por su fé en Dios, porque Él ha dispuesto que vuelva a sonreír
como seguramente lo quiere Doña Genoveva que en paz descansa y de Dios goza. Amen.
OCTUBRE
1984.
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