COGIDOS DE LA MANO…
En el transcurrir de nuestras vidas, en los vaivenes del día a día, a
veces sin quererlo, ni esperarlo, se nos presenta un estado circunstancial,
accidental, traumático en que en un solo instante tu espacio vivencial se
detiene . Sufrí una caída y producto de ello, me fracture el brazo, en el primer
instante mi espíritu se refugió en Dios, y ello me dio las fuerzas para llamar
a mi esposo, quien vino corriendo y mi reacción instintiva fue la de cogernos
de la mano…
Este gesto me trajo a la memoria lo acontecido muchos años atrás, nos
conocimos en la universidad porque un amigo en común nos presentó y nuestro
primer encuentro fue sellado con un darnos las manos y a partir de ahí,
comienza nuestra relación; primero de simple conocimiento, después de simpatía,
más tarde de confianza y, finalmente, de amistad, que con el transcurrir del
tiempo, se hizo tan especial que termino en enamoramiento y luego la idea de nuestro
matrimonio empezó ya de algún modo a vislumbrarse en el horizonte de nuestras vidas,
una relación como Dios manda que nos permita conocer más profundamente al otro
y crecer en amor a él, un compromiso de entrega por amor. Así fue y es, siempre andado de la mano, de la
mano ante el Altar ostentando nuestros bendecidos aros matrimoniales, de la
mano caminando por ese camino soñado, suavemente cogidos de la mano en los tiempos bendecidos gozando
de la misericordia de Dios, y fuertemente asidos de la mano en tiempos fuertes,
para fortalecernos mutuamente y mantenernos firmes y unidos. Y en todo ese
tiempo hasta ahora, el tomarnos de la mano ha sido siempre el sello que marca
nuestra relación. Ya en nuestra Renovación del Compromiso Matrimonial de
nuestros 25 años, expresamos nuestras gracias a Dios por nuestro amor y nuestra
fe, por nuestro deseo de querer renovar nuestra
alianza sacramental, nuestra promesa de fidelidad entre nosotros, y buen
ejemplo a nuestros hijos, por lo que en la ceremonia nuestro querido amigo Sacerdote,
nos invitó a que, unidas nuestras manos, renovemos nuestro compromiso
matrimonial:
“ Nosotros, esposos cristianos, renovamos nuestra promesa de fidelidad
al amor de Dios en quien creemos, fidelidad a nuestro cónyuge, a quien amamos,
fidelidad a nuestros hijos, de los que somos responsables y nos aceptamos de
nuevo como esposo y esposa, en las alegrías y en las penas, en la salud y en la
enfermedad hasta que la muerte nos separe”.
Luego nos diría: “El Señor, que hizo nacer en vosotros el amor, os
mantenga en ese mismo amor, os sostenga en vuestros propósitos, fortalezca
vuestra vida y bendiga siempre vuestra familia. En el nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo. AMEN”
Ahora,
nuevamente próximos a cumplir nuestros 35 Años de Bodas, agradezco a Nuestro
Misericordioso Señor que me permita contar con la mano amorosa de mi compañero
de vida, mi amado esposo Manuel, juntos
ver la obra de nuestro amor, nuestros amados hijos.
CIERTO ES.
El simple gesto de coger de la mano a nuestra pareja se constituye en un fuerte símbolo de afecto y empatía. Si nos
cogemos de la mano en público, añadimos, además, una declaración tácita de
compromiso, con la que comunicamos al mundo que tenemos un vínculo sentimental
que nos une de forma especial a esa otra persona. Ahora no tan sólo se ha constituido en nuestra forma de comunicación en silencio
de forma no verbal, sino también en una manifestación de apoyo en momentos
difíciles en los que tenemos que superar una crisis, y mediante lo cual
trasmitimos a nuestra pareja que estamos ahí para lo que necesite.
Siempre nos han cautivado las parejas de ancianos que andan cogidos de
la mano, su expresión sencilla de lo puro y duradero de su amor y que alienta
la esperanza de una promesa de amor. Ahora bien, este gesto simple, natural y
expresivo tiene importantes connotaciones psicológicas y algunas científicas, nos
es conocido desde siempre y no implica propiamente un acto romántico. Las manos
de nuestra madre nos enseñaron desde el momento de nuestro nacimiento la
importancia del contacto físico. A todos nos conforta vivir situaciones en donde nos hacen sentir seguros pero cuando
se nos presentan situaciones de estrés y dolor, el que nos cojan de la mano, hace
que nuestro cerebro recuerde las primeras caricias maternales después del
momento traumático del nacimiento y disminuye el malestar, transmite calor
humano, nos hace sentirnos más felices y menos ansiosos Lo vi en mis padres, en mis hermanos, en mis
amigos, y se da con los que queremos , amamos, y el secreto está en el dialogo,
paciencia y mucha comprensión, es un largo camino el de la vida, al menos
muchos queremos que lo sea , toda la existencia junto con el ser amado, y por ello debemos mostrar nuestros deseos de vivir a su lado toda la vida y de
mantenernos juntos de las manos para
siempre como un solo corazón. También es
una verdad de FE, que en los momentos más críticos, una mano nos sostiene, nos guía, porque tiene la dirección de nuestras vidas, porque conoce nuestros corazones y es la mano
de Dios, que nos creó, que nos sostiene y se entregó por amor a nosotros.
Yo le pedí fuerza...
Y Dios me dio dificultades para hacerme fuerte.
Yo le pedí Sabiduría...
Y Dios me dio problemas para solucionar.
Yo le pedí Prosperidad...
Y Dios me dio cerebro y fuerza para trabajar.
Yo le pedí Coraje...
Y Dios me dio peligros para vencer.
Yo le pedí Favores...
Y Dios me dio oportunidades.
Todo me lo da, sus dones sobrepasaron mis expectaciones y me trajeron la
felicidad. CONFIO QUE AQUELLO QUE
NECESITE ME LO DARA EN LOS TIEMPOS DEL SEÑOR.
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