Cuando muere una persona que queremos, nuestro amor
hacia ella permanece intacto y, aunque pasen los años, el amor no muere nunca.
Y es más, cuando un ser amado se nos va, una parte de él se queda en nosotros:
sus recuerdos, sus enseñanzas, su nobleza, su amor….y es porque no se ha ido
del todo, y no es que lo retengamos ni nada que se le parezca, sino que una
parte de su ser se ha consolidado en nuestro propio ser. No todo acaba con la muerte, el amor es más
fuerte y lo es todo.
Hoy es una tarde para recordar a un ser muy amado y
que constituye una parte esencial de mi vida…MI PADRE, mi amado Hugo.
Tuve la dicha de tenerlo a mi lado en los momentos
más especiales de mi vida. Fuimos
bendecidos al compartir la misma fecha de cumpleaños, y en el desarrollo de mi
vida aprendimos a estar muy conectados emocionalmente, compartíamos los mismos
gustos y nos entendíamos muy bien. Era
mi amigo incondicional, dispuesto siempre a los consejos, gustaba mucho de
abrazarme fuerte y yo darle muchos besos. Era un hombre recio, fuerte, que a
pesar de su edad tenía un buen físico, de carácter noble, y muy sentimental. Mi
hermana mayor murió a la edad de un año,
y fue una pérdida muy difícil para mis
padres, que fue compensado a la llegada de mi hermano mayor. Al siguiente año, me contaba mi mamá que le
dijo en broma “Hugo te voy a regalar una hijita para tu cumpleaños”, en ese
entonces no habían los análisis adecuados que pudieran precisar tal afirmación,
sólo el amor motivaba. A los meses, mamá sale en estado y luego aparesco en la
vida de papá como su famoso regalo justo el día de su cumpleaños, ahí se marcó
nuestra conexión sentimental.
Años después, Mamá fallecida, un domingo
compartimos un almuerzo por el día de la Madre, y recordábamos muchos hechos
familiares, y surge la inquietud a raíz de unas molestias que aquejaban a papá,
por lo que se decide al día siguiente llevarle a hacer sus chequeos médicos.
Ese día lunes, fuimos temprano al Hospital, le hicieron unas primeras pruebas y
lo derivaron a otro centro de salud más especializado, entre bromas y risas, más
disfrutábamos el salir juntos, pero no estábamos preparados para la situación
que en horas después se nos presentaría, salieron los primeros resultados y
determinan como diagnóstico, Presunción de Tumor Cancerígeno. No entendíamos
bien la situación, porque papá estaba aparentemente muy bien, por lo que nos
indicaron una serie de más análisis, programados en fechas posteriores.
Regresamos a casa, conversando más la posibilidad de error en los datos y
consultar con otros especialistas. Fuimos
al Hospital el miércoles y jueves para otros chequeos, pero cada vez lo veíamos
más decaído. Ese último jueves, le dan un resultado inicial confirmando
nuestros temores e iniciando un programa paliativo de dolor. En ese momento estábamos los cuatro hermanos
mayores, y vimos a mi papá recibir sus resultados con la cabeza gacha, no dijo
ni una sola palabra, no se quejaba. Le llevamos a casa, y estuvimos con él, a
su lado, acompañándole todos nosotros, todos sus hijos, esa tarde aún en medio
de todo, nos seguía platicando de su deseo de llevarme a su tierra querida, y
otros sueños más… cómo imaginar que en la noche de ese mismo día, cuando mi
hermano mayor dirigía una oración, le preguntó si estaba dispuesto a seguir a
Dios, y papá le dijo: SI. Esa noche
partió a la casa celestial, para reunirse con Mamá, a lado de NUESTRO SEÑOR.
Todo ocurrió tan rápido, y éramos tan jóvenes, que
no imaginábamos que la partida de papá se pudiera dar, que no se previno la presencia de un
Sacerdote en ese momento, le dieron si
los santos oleos horas después. Le practicaron la autopsia, por lo repentino de
su muerte, y la doctora con mucho asombro nos informó que era increíble, que un
hombre de su edad, mantuviera una contextura física bien, y que haya muerto de
CANCER GENERALIZADO. El tiempo de la enfermedad fue muy corto, y los dolores
apenas se percibieron el último día de su deceso…llevo una buena vida, llena de
amor, dio amor, y recibió mucho más y NUESTRO SEÑOR le otorgó un bien morir, en
serenidad, y rodeado de amor.
CIERTO ES :
"La Vida se nos ha dado para buscar a Dios, la
muerte para encontrarlo, la eternidad para poseerlo". P. Novet
No puede haber nada más difícil y lo más importante
que se haga por alguien: Ofrecer consuelo a alguien que está agonizando puede
ser una experiencia profunda e inolvidable. Seguramente, nos invade el temor o
miedo, que son inherentes a todo lo desconocido, pero si tenemos una paz
interior en nosotros, no tenemos porqué sentirlo... Es un momento que incluye a su familia y privilegia entre sus seres
queridos a los hijos, resaltando la necesidad de sentirse querido, protegido,
rodeado de quienes han representado una fuente y un depósito de cariño; pero
también en un espacio muy propio durante toda su existencia como es su casa.
De Dios recibimos la Vida y la Muerte, y no deja de
asombrarnos que sean dos acontecimientos lo que marcan la vida de cualquier ser
vivo, especialmente de los seres humanos el nacimiento y el deceso. El rango
entre ellos, determina la calidad de vida y de muerte. Todo el proceso de vida,
logros, vínculos afectivos, sueños, fracasos, duelos anteriores, es decir, un
buen vivir es proporcional a un bien morir. La buena muerte no existe. Lo que
existe es la muerte apropiada para cada persona, de acuerdo con sus
particularidades, sus sentimientos y sus experiencias, porque la muerte es el
último acto de vida, y tenemos todo (el amor es el todo) para hacerlo bien. Según
el Catecismo de la Iglesia Católica, a los moribundos se han de prestar todas
las atenciones necesarias para ayudarles a vivir sus últimos momentos en la
dignidad y la paz. Lo mejor es acudir a un Sacerdote para que le brinde los
Santos Oleos. Deben ser ayudados por la oración de sus parientes, preparándoles
para el encuentro con el Dios vivo. La autopsia de los cadáveres es moralmente
admisible cuando hay razones de orden legal o de investigación científica. Si bien el dolor de la separación es
indescriptible, no perdemos a los seres amados, lo que acaba es su forma
concreta, su posición en nuestras vidas, pero no su existencia, su cercanía, su
amor. Lo que se da, es un nacer a una nueva forma de existencia, donde el
amor sigue intacto, se acrecienta en nuevas formas de expresión, otra forma de
estar en contacto, en el corazón, en la conciencia, y sentiremos su presencia,
como siempre la sentimos, en forma completamente natural.
“La Muerte es la compañera del amor, la que abre la
puerta y nos permite llegar a Aquel que amamos". San Agustín
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