sábado, 6 de septiembre de 2014

HACER EL CAMINO CON JESUS…

EL VIAJE ACCIDENTADO DE MI ESPOSO ACOMPAÑADO DE JESUS.
Hace muchos años atrás, estaba muy pequeño mi hijo mayor, apenas 6 años y por ese entonces practicaba Taekwondo con su papá en un ESCUELA PROFESIONAL DE ARTES MARCIALES.  Habían participado y ganado en varios campeonatos y como parte de la integración y distracción, iban a realizar un paseo en conjunto con todos los alumnos (entre ellos, mi esposo e hijo, profesores y alumnos) a MARKAHUASI, un lugar místico: para algunos, es el centro magnético y gravitacional del planeta, donde vivió una prodigiosa civilización hace 85 siglos; para otros, es sólo un espectacular altiplano a unos 4000 metros de altura, donde están los restos de una cultura pre-incaica y donde los agentes atmosféricos modelaron muchas rocas hasta darles forma de rostros humanos y cuerpos de animales. El paseo estaba programado para fiestas patrias, aprovechando el largo descanso de feriado. Por mi parte, junto con mis otros hijos, íbamos a pasar unos días en casa de mi hermana, pues en esas fechas también se presentaban una diversidad de Circos, entre los cuales se encontraba el CIRCO DE LA CHILINDRINA. Mi hermano nos dió pases para asistir a la función de estreno, y esto emocionó mucho a mi hijo  que insistió a su papá para no viajar con él y quedarse a ver la función. Mi esposo, al principio se fastidió porque ya se habían dispuesto las cosas pero al ver su entusiasmo aceptó la situación y se fue solo al paseo. Ese día también viajó solo otro señor, porque su hijo pequeño, que al igual era alumno, estaba enfermo. Aparte del chofer de la camioneta y un ayudante de 18 años, del entrenador y su novia administradora, asistieron ocho personas: tres hermanos (un joven de 25 años y sus dos hermanas de 23 y 18 años), dos jóvenes de 20 y 18 años, el señor de 40 años, mi esposo y un adolescente de 14 años.  Este último, había salido desaprobado en un curso y su papá en castigo no quería que viaje, pero insistía tanto, que su mamá a escondidas le autorizo la salida y le dió para el pasaje, al enterarse el papá, le advirtió que si algo le pasara iba a ser su total responsabilidad. Esta situación no lo sabía en el momento el entrenador, por lo que le incluyeron en el grupo.  Partieron en la tarde todos muy alegres, con la seguridad de que la pasarían bien.
Esa noche, estaba en la casa de mi hermana con mis hijos, y había ocurrido un corte de luz general, por lo que decidimos acostarnos muy temprano.  Al día siguiente, íbamos a ir al circo, y se aparece mi hermano para preguntarnos si habíamos visto las noticias, a lo que le indicamos que al no haber fluido eléctrico, no funcionaba ni la TV ni el radio ni el teléfono. Entonces, nos dice, que no me preocupe, pero que le había llamado mi cuñada, avisándole que la camioneta en que viajaba el grupo con mi esposo había tenido un accidente grave, pero que él se encontraba bien. Me quede atónita, mi hermano me dice para llevarme a casa, y que mis hijos se quedaran para ir de todas maneras al circo a fin de que no se preocupen.  Regrese a casa, estaban todos los familiares esperando noticias, pasaron algunos largos minutos, y recibo la llamada de mi esposo, él estaba junto con el otro señor bien.  Y ahí me relató lo acontecido: A las pocas horas de viaje, subiendo una curva cerrada de la montaña, la camioneta  resbaló y cayó al abismo, él se sujetó muy fuerte del asiento, y sin perder el conocimiento, sintió los tres vuelcos fuertes (una sarta de golpes como si estuviera peleando), quedando la camioneta incrustada en una inmensa roca que impidió que cayera al abismo.  Los únicos en salir fueron el joven de 18 años que tenía un fuerte golpe en la frente y que subió a la carretera a pedir ayuda, el señor y mi esposo, a quienes el Señor dispuso que fueran ellos los que atendieran a los demás. En esas rodadas, salieron despedidos el chofer y su joven ayudante, por la parte delantera cayó la novia del entrenador y mi esposo la encontró tendida muerta con el rostro incrustado en una inmensa piedra plana. El entrenador estaba desmayado, despertó muy preocupado por los alumnos y por su novia, al enterarse que estaba muerta se puso muy mal. Los hermanos despertaron y  gritaban de dolor, pues tenían fracturadas las piernas y costillas, el otro joven estaba con un sangrado profuso en el ojo, pues se le habían incrustado vidrio molido y  lamentablemente determinó la pérdida de la vista, y el adolescente de 14 años estaba desmayado, muy grave con golpes internos y no pudo sobrevivir. Mi esposo y el señor, que se salvaron al cogerse fuertemente del asiento, se abrazaron y dijeron que hubiera sido si en esos momentos sus pequeños hijos les hubieran acompañado, es de seguro que en el afán de protegerles, ambos padres e hijos no hubieran podido sobrevivir a esta desgracia. Este fue un momento muy fuerte para estos padres, que lo primero que hicieron fue agradecer al SEÑOR por haber protegido a sus hijos, y a ellos. Lo que siguió, fue por demás lamentable, trataron de ayudar a los heridos, consolarles hasta que llegó la ayuda, y luego el impacto cuando el papá del adolescente tuvo que reconocer el cuerpo de su hijo, se abrazó fuerte del mismo y decía: ¡¡cómo le digo esto a tu mamá, si yo le dije que si te pasaba algo, ella iba a ser la culpable, pobrecita, yo mismo la he condenado al dolor!!… y lloraba mucho.  Desde la tarde del accidente no habían descansado, porque iban de hospital en hospital trasladando a los heridos, y finalmente esa noche, le ví llegar a casa,  nos abrazamos fuerte y mi corazón encontró calma.  Mi esposo nos dijo, que fue de Dios que no viajara con nuestro hijo, porque cómo estaríamos ahora, que habría sido de nuestras vidas. Indudablemente, Dios estuvo ahí con ellos, amparándoles y en otros casos guiándoles hacia su caminar al cielo. DEBEMOS AGRADECER A DIOS POR SU INMENSA MISERICORDIA PARA CON NOSOTROS.  Y ESO LO HACEMOS Y HAREMOS POR SIEMPRE… ¡¡ BENDITO SEA NUESTRO SEÑOR, QUE NOS VIO CON OJOS DE PIEDAD Y PROTEGIO A NUESTRA FAMILIA, PRESERVANDOLA DE LA MUERTE, DE LA TRISTEZA Y DOLOR! ¡ TODA MI VIDA TE BENDECIRE SEÑOR  Y POR SIEMPRE TE ALABARE!!








CIERTO ES:






Lo primero que debemos entender, es que todo tiene su momento oportuno. Dios ha destinado un tiempo para todo, un tiempo para reír, otro para llorar; un tiempo nacer y otro para morir, Ecl.3, 1-2. Es un hecho innegable que es muy difícil que una persona esté preparada para enfrentar la muerte, el dolor, y menos nadie te puede garantizar si mañana vivirás. Enfrentar una situación de esta magnitud siempre será un recordatorio que no tenemos la vida comprada, que muchas cosas pueden cambiar en un instante y que Dios nos brinda una oportunidad de acercarnos a Él. Los accidentes de tránsito nos pueden sobrevenir sin esperarlo de un momento a otro, y nadie debiera ni desea sufrir las consecuencias y secuelas de los mismos, pero la realidad nos enfrenta al hecho que ningún individuo que forme parte del entorno vial y del sistema de tránsito está exento de sufrir un percance. Nuestra Iglesia atenta a esta realidad ha emitido el DOCUMENTO PONTIFICIO SOBRE PASTORAL DE LA CARRETERA, en donde refiere que La Iglesia y el Estado -cada uno en el ámbito de sus propias competencias- deben fomentar una conciencia general y pública concerniente a la seguridad vial y adecuada educación de los conductores, los que viajan y los peatones". Y en ello, se propone su formación religiosa, pues en muchos países existen capillas fijas o móviles en las autopistas, donde los agentes pastorales celebran periódicamente actos litúrgicos para alentar el anuncio y la vivencia de la fe cristiana de los profesionales, conductores, peatones y viajeros, en el uso de la vía pública y de los vehículos, que están generando una nueva forma de convivencia y de relaciones humanas. El primer principio que debe orientarnos es EL SENTIDO DE RESPONSABILIDAD, y nuestro principal fundamento, EL VALOR CRISTIANO DE LA PERSONA HUMANA.  Por ello  para la Jornada de Responsabilidad en el Tráfico de este año 2014, la Iglesia ha elegido por lema “JESÚS SE ACERCÓ Y SE PUSO A CAMINAR CON ELLOS” y que lleva por subtítulo una bella frase de san Juan de Ávila: “Trátalo bien, que es Hijo de buena Madre”.






El lema tomado del episodio del camino de Emaús, refiere que Jesús los acompañó en persona, y aún ahora, nos sigue acompañando en nuestro caminar, en nuestro viaje, en nuestra vida, junto con algunos que nos acompañan, o nos cruzamos con otros que van o vienen, otros que por alguna razón, no nos acompañan, otros que impulsivamente lo hacen. Las razones, Dios las conoce, pero EL nos acompaña SIEMPRE, lo hizo y hace.
Cualquier circunstancia de nuestra vida, también la carretera, el coche, el autobús, el trabajo profesional ligado a la carretera, también el accidente sufrido o vivido como testigo, es lugar de encuentro con el Señor: «Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos» (Lc 24, 15). El papa Francisco nos invita «a cada cristiano, en cualquier lugar o situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso. No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es para él, porque “nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor”. Al que arriesga, el Señor no lo defrauda».  Hacer el camino con Jesús nos lleva a aceptar a los otros como hermanos.  expresaba el papa Francisco: «Hoy es la “Jornada de las víctimas de la carretera”. Aseguro mi oración y aliento a proseguir en el compromiso de la prevención, porque la prudencia y el respeto de las normas son la primera forma de la protección de uno mismo y de los demás»-Jornada de Responsabilidad en el Tráfico 2014 Mensaje de los obispos.

 

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